Las consecuencias de romper tus reglas de convivencia

Esta mañana, tan tempranito que las neuronas se estaban despertando todavía, he tenido la osadía de romper una de mis reglas de convivencia en este maravilloso país. Esta importantísima regla dice: nunca empieces una conversación en la caja del supermercado u otras situaciones con desconocidos o conocidos, si no quieres que, lo que en otros lugares podría ser una inocente conversación intrascendental y nimia, se convierta en una declaración de principios con posiciones enfrentadas. Esto lo sabe cualquiera que lleve dos meses en Alemania. Y yo, que llevo ya trece años, ¿cómo se me ocurre saltarme tan importante regla? Procedo a dar cuenta de la situación, en "Gurb-modus":

La chica que estaba delante mía en la caja, pretende pagar con tarjeta el importe de 2,55 €. La cajera le
dice con otras palabras que nanai de la china, que a partir de 5 €, los gastos de comisión y yo que sé. La chica dice que no tiene dinero contante y sonante. La cajera hace una excepción de mala gana, pero la hace, que sea la última vez, le dice. Me toca a mí, mientras pasa mi compra por el scanner titubeo un poco (esas neuronas que se me estaban despertando) y por fin confieso, "eso me ha pasado a mí ya, qué mal lo pasas, en fin". Lo podía haber dejado ahí y haber quedado como una reina pero tenía ganas de small-talk, palabra inglesa cuyo significado y sentido real parecen desconocer los alemanes a pesar de creer dominar todos lo idiomas que se les planta. Así pues, incauta, prosigo con mi monólogo sin ánimo de lucro pero con ánimo de charlita de vecindario y se me ocurre decir," bueno, en los EE.UU la 
gente hasta paga un café con la tarjeta, son gente muy rara". "No lo sé", me dice la cajera muy pizpireta y ofendida, "no he estado nunca". "Yo tampoco", pienso, pero no lo digo, porque no me da tiempo. Una tertuliana se entremete en nuestra conversación. Yuppi, ¡qué éxito!,¡se anima otra a hablar con nosotras! pienso inocentemente. La tía que estaba detrás de mí en la caja,  1, 85 m  y dos cajitas de plástico de tomates cherry ecológicos de los campos de Níjar... Perdón, pero ¿campos de Níjar y alimento
ecológico, no es una contradicción? No me da ni tiempo a preguntarle, porque en alguna parte de su cerebro han saltado las alarmas de INJUSTICIA: alguien está criticando a alguién, OPOSICIÓN, tengo que dar mi opinión, pero ya. POSICIONAMIENTO, POSICIONAMIENTO ENFRENTADO, ACHTUNG, ACHTUNG, NO BAJES LA GUARDIA, di no a las críticas injustificas, como si estuvieramos en la ONU. CUALQUIER CAJA DE SUPERMERCADO ES UN TRIBUNAL DE LA HAYA. No pierdas esta maravillosa oportunidad que te acaba de brindar esta lerda para dar tu opinión como ciudadana adulta y responsable y cosmopolita. Total, que me quedo esperando a que me lleve la corriente, diga cuatro chorradas para mantener el canal de la conversación abierto y cada una se vaya a la suyo y adiós muy buenas. La tía me salta con, ¿cómo podía haber esperado otra cosa?,  "anderen Länder, anderen Sitten, dass sie eine gute Freundin hat, die in Schwenden lebt und blahblahblah, man kann ja nicht verallgemeinen". Y ¿eso me lo dice a mí? ¿A una española que se le nota a la legua hablando alemán, con una pinta de reina mora lowbudget que te cagas?  A las dos, cajera y Öko-Multikulti-Lady las dejo enfrascadas en la conversación, en la oportunidad de small-.talk que les he abierto, mientras me alejo, tirando de mis naranjas (no-eco, primera cosecha valenciana), unas cebolletas y una tableta de chocolate 70% cacao cosechado por empresas que no han oído hablar del comercio justo. Parece que ese es el small talk alemán. Nein, Sie müssen sich nicht bedanken.  Cada vez soy más incompetente intercultural.

Comentarios

  1. Isabel:

    Me confieso: yo también soy una incompetente intercultural. Yo tampoco hablo con las cajeras porque no me siento preparada, o solo les digo algo fácil como "Tiene mucho trabajo, no?" o "Que tenga un buen día". En España me aventuraría mucho más.
    Y si las incompetentes son ellas? Y si el problema está en el país en el que estamos y no en nosotras?

    En cuanto a las reglas, saltárselas es sanísimo y hay que hacerlo siempre que se tenga una oportunidad. No desistamos.
    Silvia

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  2. Silvia / Isabel:

    Alemania es así. Aquí las cosas se toman con más empeño y seriedad. Siendo alemán, a veces a mí también me molesta esto pero asimismo me fío – y me aprovecho - de los resultados de esta mentalidad: Un Estado que funciona bien, un nivel muy alto de educación y bienestar, productos que por su calidad se demandan en todo el mundo, etc.

    Como nota al margen: En España los encuentros más amenos no los tenía con gente que tuviera un Master en „competencia intercultural“, sino con españoles tal y como son: locuaces, arraigados, „de pura cepa“, sin ese tono pseudo-cosmopolita y sofísticado que abunda en Alemania y en el resto del mundo globalizado.

    Un saludo,

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  3. Hola Christian:
    Gracias por tu comentario, todo muy acertado. Creo que los muchos extranjeros que vivimos en Alemania sabemos apreciar que la sociedad y sus estructuras funcionen como lo hacen y lo que es más, lo aceptamos sin problemas. Sin embargo, yo, como andaluza, cada vez estraño más la conversación intrascendental, el hablar por hablar, el reconocer que el que está enfrente mío es un ser humano que necesita una sonrisa, un ser reconocido como persona, y nada más.
    Saludos desde HH- Sankt.Pauli

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  4. entendido :-)
    Y – naturalmente – no „me aprovecho“ sino „me beneficio“ de la mentalidad alemana. (El idioma español no deja de tenderme trampas…)

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