Llevo ya bastantes años en Alemania y considero que me he adaptado bastante bien a costumbres que me eran bastante ajenas. El mejor ejemplo, el desayuno, siempre generoso y contundente. Yo era, como gran parte de los españoles, de las que se tomaban
un colacao de prisa y corriendo en casa y luego, ya me tomaría la tostada o el bocadillo donde fuese. Pues bien, mi estómago, que hay que decir que es muy agradecido, se ha costumbrado a un buen desayuno y no lo deja pasar nunca. A lo que no me acostumbro es a esos productos lácteos, bastante extraños para una motrileña crecida en los años ´70. Los buscas en el diccionario y la traducción te deja como antes. A mi hija le encanta la
buttermilch, que según el productor Milram que distribuye en España es una
"bebida a base de lácteos" más específicamente
"suero de mantequilla". Mi hija prefiere lo puro y ella se la toma blanca, acompañada de biscotes y un poquito de azúcar. En fin, ¡que no me acostumbro! La pregunta es: ¿de dónde ha sacado esa chiquilla esa idea tan saludable y tan poco apetitosa para su madre? Resulta que es una comida ¡comida! veraniega en el norte de Alemania. He encontrado este blog que lo explica en fotos:
fotos de buttermilch con biscotes. La criatura lo probó de almuerzo ¡almuerzo! en casa de su oma en Oldenburg y lo ha adaptado a sus necesidades nutritivas en el desayuno.
No me acostumbro,
sufro de incompetencia intercultural y ¡a mucha honra! No comprendo como uno se puede meter eso en el cuerpo y quedarse tan tranquilo. Comparo estas costumbres gastronómicas con las mías y las considero bárbaras y depravadas. Cometo todos los pecados de los que se pasa por ahí el respeto por las culturas ajenas, su historia y su gastronomía. ¿Pero cómo me voy a tragar yo eso? ¡Qué soy andaluza! Cuando pega la calor (sí, en femenino, que magnifica la sensación de estar axfisiándose) no hay nada mejor que un gazpacho, un salmorejo, una ensaladilla rusa, una ensalada de papas, una buena ensalada con atún....
No me acostumbro, sufro de incompetencia intercultural y ¡a mucha honra! No comprendo como uno se puede meter eso en el cuerpo y quedarse tan tranquilo. Comparo estas costumbres gastronómicas con las mías y las considero bárbaras y depravadas. Cometo todos los pecados de los que se pasa por ahí el respeto por las culturas ajenas, su historia y su gastronomía. ¿Pero cómo me voy a tragar yo eso? ¡Qué soy andaluza! Cuando pega la calor (sí, en femenino, que magnifica la sensación de estar axfisiándose) no hay nada mejor que un gazpacho, un salmorejo, una ensaladilla rusa, una ensalada de papas, una buena ensalada con atún....
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